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lunes, 17 de agosto de 2015

¿QUÉ PASA CON FACEBOOK?

Se me pasan mil cosas por la cabeza, a diario, cada hora. A veces no sé muy bien cómo enfocarlo, cómo canalizar tanta vorágine de pensamientos, algunos positivos y otros, negativos. Son estos últimos los más insistentes. Intento desecharlos pero siempre hay algo que los alimenta. Como cuando enciendes la televisión y ves las noticias; corrupción, desempleo, asesinatos en masa..., barbaries como que un padre, una madre mata a sus hijos...
   Apago la televisión de mal humor, cohibida y enfadada. No es que no me interese lo que pase en el mundo, lo que quiero es no caer en una jodida depresión.
   Me engancho a Facebook cansada de que no se me ocurra nada coherente en la nueva novela, ¡joder!, ¿pero qué es esto?
   Gatos decapitados, perros muertos... ¡Basta!
   Tengo dos perros y un gato, y corro hacia ellos a darles besos y abrazos todavía compungida por la imagen que acabo de ver y que taladrará mi cerebro el resto de la jornada o lo que quede de mes.
  Últimamente voy con miedo, deslizando el dedo en el ratón por si veo el nombre, que reincidente, es fan de esas imágenes para que cuando lo divise, dé un latigazo a mi articulación y pase veloz hacia abajo dichas fotos.
   De verás, no necesito eso y no por ello soy inmune al sufrimiento de los demás, al contrario, soy una persona (y me encantaría ser de otra manera porque sufriría menos) demasiado empática, demasiado sensible para que siga como si nada después de ver semejantes bestialidades.

Llamadme cobarde, pero pienso que la valentía se demuestra de otras maneras.

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